Bogotá, 30 de Diciembre de 2023
Carlos Uzcátegui
Llegada la media noche de los 31 de diciembre de cada año, hay una reunión secreta de la que nunca se habla. Es el encuentro, el empalme donde el año viejo entrega en presencia de Dios, quién es el indiscutible creador del tiempo desde el glorioso “big bang”, el balance de vida de toda la creación, inventario de vivos y el destino de los que se fueron.
Es la noche cuando se oyen más reclamos por parte de los usuarios del año que se va, por razones distintas y algunas veces complejas. Quizás fue el año donde marchó un ser amado o se deterioró la salud. Pudo ser el año de la enfermedad de alguien muy cercano o de un desengaño sentimental.
También es la noche del agradecimiento, a otros la vida le sonrió con generosidad y alcanzaron metas y sueños. Hay quienes como Job, agradecen de rodillas en el camino de la fe, su mejor futuro ,aceptan sin reclamar su presente gris con tristeza azul en el alma.
El año viejo informa con precisión, las almas que ese año se acercaron a Dios y da cuenta también de las que encontraron excusas para perder su fe.
Es la noche de las uvas del tiempo, esa es la manera como rememoramos esta reunión secreta de los años. Son ya trece mil setecientos millones de años de ininterrumpida tradición.
En el transcurso del encuentro, denso en contenido que dura exactamente lo que duran las doce campanadas de bienvenida al nuevo año, todos volvemos a recorrer la vida entera, en doce segundos, aún sin estar consientes de ello.
Esa noche del relevo de año nos vuela a la infancia, a la calle de la cuadra donde se jugaba pelota, los amigos del colegio renacen en la memoria como los conocimos, recordamos los aromas de la navidad cuando vivías solo para esperarla .
Nos acordamos de la tía que vivía lejos y venía ese año a la fiesta de fin de año. Cristina viene este año, anunciaban las de arriba.
La pólvora se combinaba con la música, la emoción del abrazo que llegaría en cinco minutos, ataba el nudo en la garganta.
Hay que darle el abrazo a papá. Todos recordamos esa noche cuando se acababa el mar.
Reviven las risas y los momentos cuando el hermano que está en el cielo, compartía contigo en las noches intensa tertulia.
Vienen del recuerdo, en instantes los cuadros de la vida, en veloz secuencia, dándonos a entender que todo era más breve de lo que mamá decía.
Mientras la junta suprema de los administradores del tiempo se reúnen con Dios a entregar cuentas del universo, se planean los eclipses y auroras boreales del año que llega, los tsunamis , los atardeceres eternizados por la mano del poeta, que los describe cometiendo metáforas desbordadas de música.
La tierra se prepara para crecer la desmedida cantidad de flores que ese año habrán de sellar uniones de amor.
Los seres de bien sienten la necesidad de perdonarse y abrir de nuevo las puertas de la esperanza.
Esos mismos seres piensan y dudan en su fe a veces. La fe viene con la duda incluida ¿Que pueden hacer esa noche del tiempo?
Creer, tener más fe. El universo no es mas grande que tú, ambos son creación amada de Dios, con el universo nació el tiempo y tu naciste unos “minutos después” y te irás quizás un poco antes.
La diferencia es que verás al Creador a sus ojos y todo tendrá sentido. Las reuniones del tiempo de todos los años no tendrán importancia pues tu dimensión será diferente.
Dios delegará su asistente para esas reuniones aburridas de fin de año y tu serás el centro de su atención. Junto a los coros de ángeles que vivieron desde antes del inicio de los tiempos, serás eterno con principio pero sin fin.
Entonces el recuerdo del encuentro de los años de cada 31 de diciembre, solo traerá lágrimas de amor y agradecimiento, por aquel regalo tan hermoso como fue el viaje de la vida, para cada uno de los que sienten el orgullo de haber sido elegidos por el Creador para este tour inolvidable.
Cosechando errores y aciertos, logrando blancos y negros , saboreando agrios y dulces que dan el sabor a la vida.
No hay adivinos ni magos, solo las indicaciones que Dios instruye al año que llega, eso es lo que será tu presente. Así será la historia de todos. Personalizada e intransferible.
Doce campanadas después, el año viejo repetirá su ya acostumbrado y heredado grito de agonía: Nostradamus ¿Por qué no te callas?
Feliz vida este año. El final es sólo el comienzo.
Así lo creo y lo deseo para ti.
11 Y mientras ellos iban caminando y hablando, de pronto apareció un carro de fuego, con caballos también de fuego, que los separó, y Elías subió al cielo en un torbellino.
2 Reyes 2
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