Memorias de un Viajero Frecuente




Bogotá 18 de Noviembre de 2023

Carlos Uzcátegui 



Cuando llegó a "migración" se dió cuenta que su pasaporte había sido olvidado en casa, el funcionario lo vió y entendió de quien se trataba, dijo: Usted no necesita pasaporte para entrar, es viajero frecuente VIP, es bienvenido .



La última noche en Roma fue realmente incómoda. Pensar que mañana voy a ser decapitado, es algo con lo que no se puede dormir sin sentir las nostalgias del desierto.


Estos días he recordado con perfecta memoria, los granos de arena que pululaban dentro de mis sandalias, dando testimonio sobre alguien a quien nunca conocí en persona.  


Me tumbó del caballo y me dejó ciego por unos días, para poder verlo en su majestuosa dimensión.


La inapelable elección del Señor, me hizo caminar más de 11.000 kilómetros con premura y desesperación. Eso que sentí en el camino a Damasco, dió sentido de urgencia a mi vida. Lo que el Señor me hizo ver sin vista, el mundo tenía que saberlo. 


Tenía que conversar con testigos presenciales de lo que no viví. Al poder ver regresé a Jerusalén donde había pasado esos últimos años.


No sabía como hacer. El mensaje era perfecto, y a mí me correspondería discutir con Pedro, el predilecto de Él en vida y explicarle cómo era de grande el imperio romano. Hablarle de Damasco , de Tesalónica, de Chipre, de Salamina y Pafos. Turquía y Corinto. 


Un desafío grande, eran dos percepciones del mundo. Se trataba de atraer a los gentiles, esa fue mi visión.


Tuve dos grandes diferencias con Pedro. Era él líder indiscutible. Elegido por el mismísimo Señor, ante testigos de excepción.


Finalmente fue Él quien dijo “tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.


Mi discusión con él trascendía lo místico. Era todo sobre los gentiles. Explicarle que había que pescar más allá del tranquilo y sereno mar de Galilea, no era fácil.


Qué prueba tan fuerte para mi. Finalmente yo era ciudadano romano y judío a la vez, tenía dos pasaportes, hablaba tres idiomas. Conocía un poco más allá como eran otras naciones.


Había que luchar por llevar el mensaje por todo el mediterraneo, llegar a Roma. A la Urbs Aeterna.


Pedro se convenció cuando hablamos en Jerusalén la primera vez, y me dejó marchar con ciertos poderes a Tarso. Yo sentí que era una decisión para que me alejara y dejarlo a él con su apostolado, allá en el lugar de los hechos.


En ese momento entendí que mi corazón tendría que estar más limpio y puro que nunca para poder hacer equipo con dos visiones tan diversas. Imponer mi criterio sería vanidad. Y no la quería para mi.


Entonces elegí por mis sandalias y me alejé de las diferencias. Juan Marcos y Bernabé se comprometieron a esta peregrinación. Sin agenda, con el Espíritu Santo guiando el destino y la misión.


Todo está escrito y Ustedes lo saben.


Lo que no saben es la fe que se requiere para sembrar una iglesia , con tanta devoción en tierras donde quien uno piensa son afines a un solo Dios, terminan siendo los depredadores del mensaje. Y quienes están dispuestos a lapidar a los mensajeros.


Empecé a crear obispados donde consideré que la semilla podría prosperar, donde la tierra sería más fértil, Timoteo , gracias. Sin tu obra en Éfeso no se hubiesen creado las instituciones con las que se  habría sostener todo lo que Dios tiene previsto para el mundo y la fe.


Mi última discusión fuera de Roma con Pedro fue en Tarso. Se trató de hacer un nuevo concilio y él seguía insistiendo en lo mosaico de su creencia, que a veces confundía a los recién llegados con nuestra devoción.


Y él creía firmemente en el Señor, pero cuando salía de Jerusalén y se reunía con los judíos parecía perder un poco su rumbo. Por un instante.


Cenamos una noche y logré convencerlo que los gentiles eran nuestro objetivo, que el mundo estaría poblado de millones de ellos. Finalmente me dió la autorización para un segundo viaje.


No le vi más. Solo en un breve encuentro en Roma, antes que Nerón sentenciara mi vida para gloria del Señor. 


Mis últimas noches fueron solitariamente hermosas. Ya esperaba las promesas del Señor. Lucas se las ingeniaba para entrar a la prisión y anotar mis últimas experiencias y anécdotas de este viaje de vida, que entendí después de aquel imborrable: Saulo Saulo ¿Por qué me persigues ?  


Y a pesar de aquellas persecuciones que hice ,que hoy me pesan, comprendí que eran parte del designio del Señor.


Le dieron sentido de urgencia a la difusión de la Iglesia de Cristo. La fé con culpa se multiplicó en hechos.


No podía ser de otra manera, todo obraría para bien y en la multiplicación de su palabra.


Mi conciencia cargada de arrepentimientos, me hizo apurar el sendero de la fe, recorrer caminos, soportar prisiones y aún estando preso, escribir cartas para que el mundo supiera por los siglos de los siglos, de la presencia del Señor en el agitado devenir de la humanidad.


No perdí ni una sola noche en prisión para hacer lo que sabía que tenía que hacer.


Todo fué parte de su propósito. 


Ya no me pregunto por qué yo, solo agradezco. 


Alguna vez en el futuro alguien dirá que yo, Saulo de Tarso fui el primer “ Viajero Frecuente”,  en llevar la palabra de Dios por el mundo conocido, le faltará decir.


El mundo irá más allá del mediterraneo.


En este momento me despido, siento los pasos y escucho las cadenas arrastrar de los centuriones que vienen a buscarme, estoy llorando.


No lloro de miedo ni de nostalgia por el mundo que hoy dejo. 


Mis lágrimas son dulces, por la emoción de saber que hoy nos miraremos a los ojos y finalmente sabré como es el rostro de quien tanto pregoné su palabra, por los caminos de oriente.



Vean con qué grandes letras les escribo, de mi propia mano



Pablo de Tarso


Roma, Anno Domini 67





PD :  Quiero dejar testimonio que la conversión no fué el día de la caída en el camino a Damasco. Ese día empezó la obediencia a la fé en Él. 

La conversión se ha ido acrecentando minuto a minuto desde entonces. 

La conversión comienza por la obediencia. La conversión es un proceso. Cada escalón que bajan los centuriones a buscarme hoy día de mi muerte terrenal, me acerca más a la conversión perfecta.


PdT





Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rm 8,31)







Nota: Relato imaginario sin rigor histórico


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