Carlos Uzcátegui
Bogotá 2 de Octubre de 2023
Una tarde de mayo Fany decidió probar suerte en el imperio de Sam (lo irreverente de la época permite omitir el Tío), aunque el momento elegido no era ese, las cosas se alinearon para decidir su nuevo futuro hace 17 días.
Por el grupito familiar se informó la decisión de Fany. Por el mismo donde se comparte la vida de dos gatos, los éxitos de un nieto y los almuerzos celestiales de los domingos en casa de la abuela. Amén de una película recomendada de Netflix, fotos de hace 40 años tomadas del álbum familiar analógico, que se conservan en la nube, que solo la buena fé de ellos ha permitido preservar al pasar de los años.
Los latinos somos latinos a pesar del tío Sam. La decisión de Fany implicó una emergencia familiar que colapsó el grupito de cuatro miembros en whatsapp. Quedaban escasos 13 días y 13 minutos para desocupar el palacete de Fany y su príncipe encantado.
El desafío era sencillo si solo se tratara de recoger el contenido de una mudanza de un apartamento de 80 metros, en 13 días. El problema era que no se sabía para donde llevar el trasteo.
Lo más grave era que la extraña materia, con la que estaba constituída la mudanza, se reproducía a velocidad superior de las que todos los miembros del equipo de apoyo de Fany podían marcar cajas. Era materia viva.
He vivido aventuras en mudanzas, la primera que impactó mi vida fue la de mudarnos a la finca cuando mamá alquiló la casa de la ciudad al gobierno. El desafío era comprimir el mobiliario de doce habitaciones a una casa en construcción de dos habitaciones en 15 días. Y se logró.
Pero esta fué la locura. Edna dejaba las cajas contadas al finalizar las interminables jornadas de embalaje trabajado con su mamá. Hoy han quedado cerradas las primeras siete cajas -decía antes de cerrar la puerta- numeradas y marcadas con su contenido.
Al día siguiente las cajas abiertas, estaban amontonadas como abrazándose, no ocultando sus deseos de no partir a un destino incierto. Las etiquetas se borraban y la ropa amanecía colgada de nuevo.
Fui testigo de eso, conté y personalmente boté 574 ganchos de ropa. Y vi pasar de 7 a 17 las cajas que contenían vestuarios, de la noche a la mañana.
Había cuatro cajas de ollas, dos de platos, una de cubiertos, cuatro cajas de edredones , dieciséis cajas de sábanas de todas las tallas y texturas telares.
Una caja con nombre clave "Navidad" estaba al lado de la cocina, al abrirla se encontraron en ella todos los rollos de alfombra usados en bodas reales, desde Lady Di para acá.
Un inquilino que ocupó el apartamento por una temporada de ausencia de Fany, nativo de Ucrania, antes de la guerra, dejó siete pares de zapatos Ferragamo sin estrenar, diseñados para Bogotá, cada uno con alarma infrarroja y servicio de geolocalización independiente.
El inquilino temporal fue a su tierra, al cumpleaños de su bisabuela y no regresó nunca más. Allí quedaron los Ferragamo en la caja trece, sin estrenar, sin camino y sin futuro.
Se decubrieron grúas y herramientas para desmontar los motores del Titanic -el príncipe encantado de Fany- era un navegante de la armada de la reina Guillermina.
No podía bajo ningún pretexto abandonar su causa, llevaba por todo el mundo su caja de herramientas para desarmar transatlánticos.
Había una caminadora para embalar, era pesada y mágica. Cuando se usaba se convertía en pista olímpica de tamaño real, segundos después se plegaba nuevamente a su tamaño original, parecía soldada al centro de la tierra . No se podía mover. Solo se usó una vez.
El negocio con la empresa de mudanza incluía la asistencia de un equipo especial, solo para mover la caminadora del príncipe holandés.
La nevera era autónoma y crecía sola. Se intentó vender en varias ocasiones. Los clientes pedían la medida y cuando la venían a recoger, medía dos pulgadas de más a lo ancho o a lo alto, de esa manera se aseguraba de no caber en ninguna otra parte. Nadie la compró. Demandó varios rollos de vinil para ser embalada.
La lavadora pensó en la decisión de la nevera, y optó esconderse por sus propios medios. Fany la negoció por whatsapp, pero las veces que la fueron a buscar, nadie la encontraba. Tomó una opción distinta a la de la nevera, la lavadora se escondía detrás de las cajas y no se dejaba ver por los posibles compradores
El proceso de caos interno que vivía esa mudanza era tan complicado como estudiar la posición de los electrones en el universo.
Salían cada vez más cajas que no existían el día anterior, aparecían objetos inesperados, la brocha con la que se pintó el mar rojo, la daga que conducía al sospechoso del fallecimiento del mar Muerto y puedo asegurar que vi una copia de las llaves del cielo.
La arrocera fué la viuda del trasteo, un chofer de Uber fijó su mirada en ella y al tomarla quebró la tapa de cristal. Sin tapa no la quiero -dijo- se marchó, quedó viuda.
Quedó sola sin tapa en la caja treinta y siete .Ni los trapos de cocina la acompañaron.Triste y vacía.
Finalmente gracias a un trabajo de equipo, de controladores del universo, se logró poner en cintura el caos que la decisión de Fany había implicado para todos.
Cuatro rollos de cartón , doce rollos de papel vinil , 32 rollos de cinta de embalaje, las cajas sobrantes de una votación fallida y una sobredosis de pastillas de “chiquitolina" permitieron que todo el trasteo cupiera en un recinto comprimido de cinco metros cúbicos.
La lección:
La difícil renuncia a los objetos que acompañaron su vida, fué un paso fuerte para Fany, la incertidumbre de esa energía de no saber a donde iban a llegar sus cosas, fue otra causa de lo complejo del proceso.
Finalmente, lo que ahora importa es que el objetivo de la decisión de Fany surta efecto y abra las puertas que está tocando, con la luz de su mirada puesta en el mar que mueve su vida cada mañana.
Es tan difícil entender y soltar los contenidos de la vida. La energía que le ponemos a los objetos y a las personas, marca decisiones y cierran o abren el camino para volar por nuevos destinos.
La energía del apego detiene y demora decisiones, causa diferencias hasta con nuestra manera de sentir. Nos hace cambiar prioridades de vida.
El apego paraliza. No deja sonar la música que llevas en sueños.
La decisión de Fany fue fuerte, sufrió por momentos la indecisión de desapegarse de su historia y de su esfuerzo representado en cosas elegidas y pagadas con tanto trabajo.
Se que Fany será el alma libre, feliz, que seguirá su instinto certero y será otra historia de valientes que levantan futuro después de superar ese duro momento del desapego.
La pregunta es ¿Qué tanto apego sientes o tienes? ¿Por qué? ¿Por quién?
Decide por tu libertad, los apegos atan.
Dejar ir… crea libertad.
El Señor está cerca del corazón deshecho y salva a los de espíritu abatido.
Salmos 34,19
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