Bogotá 3 de Junio de 2023
Carlos Uzcátegui B.
Fui a la iglesia del barrio ,como todos los domingos. Al comenzar la misa, noté que el cura que oficiaba era nuevo en la parroquia. No imaginaba ni de lejos, los anuncios que para este día tan especial, traería el novísimo padre.
Era un cura joven, nunca lo había visto por acá, con acento extranjero y una devoción extraña pero contagiosa por la religión. Explicaba con seguridad, cómo ésta (la religión) ,debe adaptarse a los tiempos de cambio que vivimos.
En principio, aprobaba desde mi asiento su sermón prolijo y al grano. Empezó hablando que la gente necesita información breve y precisa, nos habló de Twitter y cómo la gente necesitaba estar al día con solo 280 caracteres.
Contaba cómo estaban avanzando las conversaciones con sus jerarcas inmediatos, para hacer una prueba piloto de lo que sería conocido como “God-Express” (en inglés que es más seguro que la gente lo acepte) , se trataba de hacer encuentros dominicales (misas) de una duración máxima de 12 minutos, incluído el sermón, con la idea de acercar a gente joven, hoy absorta en TikTok, para que tuvieran este espacio de acercamiento a la iglesia, breve, grato y amenizado con reggaeton, para salvar la presencialidad y acercar los jóvenes a Dios.
Me pareció innovadora y extraordinaria la idea, el curita se las traía.
Luego, comenzó a hablar de las limosnas vía bitcoin. Proponía la proyección de un código QR con video beam en las paredes de la iglesia a la hora de las ofrendas y evitar así el antiguo y desgastante oficio de recoger la limosna de manera manual. Eso además, evitaría suspicacias lógicas e incómodas del señor cura, ante cambios avanzados, en la vestimenta diaria de sus monaguillos.
Y finalmente empezó hablar de la idea más innovadora de todas, la INDULGENCIA ARTIFICIAL. Claro, ante el avasallante avance de la Inteligencia Artificial, tenía todo el sentido que la iglesia en esta oportunidad, no se dejara tomar ventaja por la tecnología.
La INDULGENCIA ARTIFICIAL que a partir de ese mismo domingo empezaría a ser autorizada para su uso "experimental" . Aplicaban condiciones, seguía diciendo.
Era un sistema que permitía a las personas pensar en la tentación, y ya desde ese mismo momento la INDULGENCIA ARTIFICIAL absolvía con perdón absoluto al posible pecador, “Blame-Free” - Sin Culpa - , se consumara o no el pecado, no importando el tipo, tamaño o naturaleza del mismo.
Era una revelación innovadora y audaz.
Todo un avance increíble, que de seguro iba a traer nuevamente a millones de "fieles infieles" a la iglesia.
Fué en ese instante, cuando empezó a sonar la campana, que desperté en mi cama. Ya era hora de levantarse.
Mi viejo y fiel amigo, el Padre Antonio Madero, llamaba al encuentro con Dios de este domingo en su analógica misa.
Gracias a Dios.
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