Padre, antes de salir (Cuento de Pascua)

 


Bogotá , 9 de Abril de 2023

Carlos Uzcátegui


Siendo las 11.45 de la víspera de Pascua, sentí tu llamado para salir de nuevo al mundo. Mientras Gabriel cambiaba mis vestiduras y doblaba el manto que sería eterno testigo material, necesario para algunas almas, y así hacerse aún más preguntas, sobre mi presencia en la tierra. 



Te agradezco por este viaje de 33 años, gracias a él conocí en carne propia todas las cosas que mis hermanos viven en su mundo. El calor de aquel portal sumido en aromas del campo y el sudor de pastores que llevan las ovejas por los pastos de las praderas de Belén. De allí se inspiraron tantas enseñanzas que quise dejar para que las almas aprendan a seguirte.


Esta noche, antes que esa lápida que cubre este frío recinto sea movida por los ángeles del cielo, pensé en lo que vendría. En lo que sabes, será de este mundo.


Pensé en las épocas por venir y en los templos. Este recuerdo perdurará hasta el fin de los tiempos, y será conmemorado en cientos de miles de templos alrededor del mundo. Esa imagen iluminó mi rostro, pués se hablará de tu Gloria eterna por los siglos.


Pero también pensé en el uso terrible que muchos harán de tu Nombre, a las millones de muertes y guerras que se harán en nombre de Dios. 


Vi a tantos que teniendo razón, estarán equivocados en la manera de usar esa razón. 


Pensé en otros que consolaran a los pobres, alimentarán al hambriento, prestarán su hombro a las viudas, abrazarán a los huérfanos, consolaran a los despojados de sus bienes. 


Y este momento mientras lo pienso, siento en mi frente la brisa suave y pura del mar de Galilea tan presente en mi vida y en la multitud, escuchando las bienaventuranzas. Esa siembra dará muchos frutos y algún día será el consuelo, de un mundo donde por un tiempo reinará la confusión.


Hoy recuerdo con nostalgia humana, la expresión de la samaritana, la sorpresa de los invitados a las Bodas de Canaán, la mañana cuando Pedro desembarcó con las esperanzas de sus redes vacías de peces y esperando sin saberlo, millones de almas.


También pienso en mis amigos incondicionales y sin el coraje necesario, para salir a dar la vida por ti, hasta que su valor les llegue dado por el Espíritu Santo.


Salgo a la luz de nuevo, quiero ver la alegría de mi Madre, saludar a María Magdalena, visitar a Lázaro y sus  hermanas en la casa de Betania. Ver a todos quienes me acompañaron estos años donde fui testimonio y mensaje de tu Poder.


Bartimeo, la fé de los paralíticos y de tantos que vieron y creyeron. Hay otros que tendrán una fe tan grande, que desviarán el curso de  la historia del amor y del perdón, a partir de esta noche y para siempre.


Ya faltan pocos minutos para que la razón de mi presencia aquí, construya Vida Eterna y se haga la libertad verdadera.


Gracias Padre por tu Gloria , tu Poder y tu Amor, estas fuerzas harán del  mundo un espacio de vida posible y hermoso para quienes crean y reciban en su corazón la esperanza cierta de tu Palabra. 


Solo la esperanza en un mundo mejor, hará que este viaje haya válido la pena.


Así será.


Llegó la hora, la pesada piedra se desliza y ya escucho el asombro de los centuriones ante tu Poder.


“Él verdaderamente era el Hijo de Dios” se escucha allá afuera,  hoy los bendigo y los perdono.


Viva la Esperanza.


Pronto me recibirás en el Cielo.


Jesús





Al llegar, se encontraron con que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida.


Lucas, 24


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