San Pedro Software - Cuento

 




Bogotá 23 de Marzo de 2023
Carlos Uzcátegui


¿Qué pasaría si todos los milagros se cumplieran a la vez?


Después de la llegada de tanta genialidad digital al cielo custodiado por San Pedro, y luego que Steve Jobs demostrara las ventajas que para los guardas de la puerta celestial tendría el uso de controles de acceso biométricos, partiendo de aquella antigua y sabia frase “los ojos son reflejo del alma” ,lo que evitaría muchísimos trámites burocráticos y sobre todo la presentación del temido y tedioso Examen de Actitud Celestial (EAC). 


Números en mano, los ingenieros y estadísticos de las más prestigiosas firmas de innovación digital, presentes en el paraiso, evidenciaron la correlación casi perfecta entre la lectura de los ojos, su manera de reflejar el alma y las posibilidades de aprobar el EAC (Examen de Actitud Celestial).


Paso inmediato se informó al CEO eterno, sobre los avances que sus dispersas y equivocadas almas habían aportado a la burocracia celestial, que  pensó en cambiar lo dicho en Mateo 4 por “No solo de bytes vive el hombre”.


Aprobado este portento tecnológico en el recinto más importante de la creación, los líderes digitales se propusieron  patentar un Sistema Automatizado de Milagros y Peticiones (SAMP), buscando así con un criterio similar al desarrollo anterior, contribuir a que el CEO universal pudiera compartir con las almas que ya disfrutaban la vida eterna. 


Se quiso, a través del desarrollo de una ágil base de datos con inteligencia artificial, se estableciera un orden y una secuencia lógica al momento de otorgar tanto milagro solicitado.


El proceso de diseño de la base de datos consistía en definir la estructura lógica, para responder a las necesidades de los usuarios con respecto al estado de las millones de oraciones enviadas al cielo, solicitudes hechas directamente al CEO, a su Hijo o efectuadas a través de miles de Santos ,Apóstoles y demás miembros del cuerpo diplomático, acreditados en el cielo, que fungen como gestores de buena voluntad para tramitar milagros y peticiones.


Llegó el día de poner a prueba el SAMP (Sistema Automatizado de Milagros y Peticiones) , aprovechando miles de oraciones que en modo prueba enviaron al CEO del Cielo, este autorizó un test del sistema en modo beta.


Fué así que el SAMP entró en funcionamiento y empezó a otorgar milagros con una secuencia lógica un tanto diferente a la del Jefe, pero este finalmente pensaba para Él mismo: "ese milagrito iba, no para este año, pero iba de todas maneras", así que sonreía para sí y se complació por ver cómo operaba el sistema.


Como todo sistema, había que esperar cómo funciona al estar a la máxima carga de usuarios, lo que muy rápidamente sucedió y se desbordó la memoria interna, hecho que ocasionó que todas las peticiones fueran otorgadas el día menos pensado y en un solo día, para todos a la vez.


Ese día el mundo colapsó, los enfermos salieron en desbandada de los hospitales, más nadie asistió a su trabajo, los sitios para celebrar tenían grandes filas de personas buscando un espacio para tomar champagne y comer caviar, pero como todos eran millonarios había demasiado circulante en el mundo, una Coca Cola valía dos millones de dólares. Nadie quería trabajar para nadie, muchos políticos desaparecieron de la faz de la tierra (no se sabe por qué).


Solo se escucharon agradecimientos y oraciones de acción de gracias el primer día, pues al ocurrir tantos a la vez, los milagros solicitados se convirtieron en algo normal, cotidiano , la gente dejó de agradecer y de hacer más solicitudes a Dios a través del SAMP.


Se acabaron las limitaciones físicas, se acabó la empatía, murió la compasión, las almas secaron su lágrimas, sobre todo esas lágrimas que regaron su fé durante tantos años.


Los equipos de fútbol eran inviables, jugaban 11 con el 10 en sus espaldas. Nadie quería sembrar o cosechar la tierra, ni limpiar las calles.


Sobrevino la hambruna pues lo único que se veía en abundancia, eran las montañas de liquidez, que muchos pidieron en sus peticiones al cielo.


Las iglesias quedaron vacías, el amor al prójimo perdió sentido. No hubo paz, pues al tener tanto, todo perdió valor, pero costaba muchísimo más. Empezaron nuevas guerras.


Al tercer día las personas empezaron a extrañar la necesidad de buscar el “pan nuestro de cada día”. Era preferible trabajar para comer, que tener mucho dinero y nada para comprar.


Los hijos se adueñaron de las casas y echaron a sus padres, que nunca más llegaron. Cada país tenía 54 presidentes , 6 reyes en promedio. Se impuso la ingobernabilidad.


Afortunadamente el CEO del Universo dejó que esto pasara solo por unos pocos días, era la única manera que el mundo comprendiera la perfección de su diseño, de sus tiempos y de la manera de amar a sus hijos, con sentido real de vida, para cada ser nacido bajo su protección y amparo.


Los desarrolladores desconectaron el sistema y creyeron con humildad eterna en la sabiduría y el poder de Dios.


Los milagros retornaron a la secuencia preestablecida por El Creador de la vida y del universo.


Que duro es no entender el poder de las simples cosas que no vemos cómo milagro, porque las damos como un hecho cierto, quizás por lo cotidiano de ellas en nuestro vivir.


Desde ese día las personas empezaron a agradecer por el aire, la vida, el color del cielo, el sonido del río, el calor del sol, la luz de la luna, la capacidad de escuchar la risa y el llanto, el aroma del pan recién hecho, el amargo del primer café, el ingenio del poeta, la creación del pintor, el amor del médico, la vocación de servicio del amigo, la solidaridad del hermano, la señal del celular, el abrazo en familia, las rodillas que se doblan para pedir al cielo, por las letras que escriben memorias que le dan sentido al espacio y al tiempo, por los gatos que duermen la vida, por las vocales que ensamblan versos con las consonantes y cometen canciones, por la fuerza en las manos, por el amor del ser que amanece a tu lado, por los errores que cometemos, por las omisiones de amor, por el dolor de la partida, por la sonrisa al ver el barco de la esperanza que se acerca a cambiar la historia que Dios trae a tu vida.

Agradecer es vivir el milagro de Dios con nosotros.

San Pedro buscó nuevamente su vieja llave de oro, la colgó en su cinturón y Moisés por su parte agradeció el fin de tanta locura. Desde los tiempos del maná no se había visto tal derroche.






  





21.El hombre forja muchos proyectos, pero se realizará lo que Yavé decidió"

Proverbios, 19 - Bíblia Católica Online


La imagen que se presenta fue realizada con Inteligencia Artificial Dall-e


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