El paseo de Los López

Gustavo Amador López


Carlos Uzcátegui B.

Bogotá 14 de febrero de 2023


Aunque usted no lo crea, son mis primos con sus nombres de combate. Cada uno de ellos responderá con más velocidad a su ápodo que a su nombre de pila. Y esto que cuento hoy podía pasar cualquier sábado, hace una democracia .


El Anciano (1)  dice que Tachuela (2) va a recoger al Cabezón (3), que viene con el Diputado (4), en la camioneta de Cara e´loco (5). Felipa (6) está haciendo el almuerzo con Doña Hilda en El Salado. El Profesor (7) está probando la nueva receta del jabón azufrado de Stiffer. Chochi (8) y Blasito (9) fueron a buscar los pasteles, mientras Pompilio (10) , Manganzón (11) y Chupa (12) arreglan la leña para el sancocho. (*)


Son mis primos, los hermanos López Rondón. Arraigados y sostenidos en valores sembrados por el amor, la democracia y la humildad. Carismáticos, familiares, despiertos y siempre con un chiste, una sonrisa y una anécdota a flor de labios.


Crecieron con la navidad en el alma , sembrada con hallacas que se hacían los 24 en el día.


Formados por el carácter regio y la sonrisa manifiesta de un corazón justo, como el de mi tío Gustavo, asociado vitalicio de la mujer ideal para cocinar la vida y preparar el alma de 10 varones y una hembra, con valores alineados con su fé y con sus creencias de vida: Mi tía Hilda.


Mi tío Gustavo , profesor y político, dió cátedra de honradez y sobre todo supo apartarse del juego  antes de embotellarse el "partido", para conducir a otros a seguir con su legado, sin escándalos, con honor y majestuosa dignidad. 


Mi tía Hilda es uno de los seres más bondadosos y nobles que haya conocido. Un corazón que baila la vida en medio de sus encantos y dolores, que como madre le ha tocado vivir, algunos de ellos en silencio. Son muchos hijos, nietos y bisnietos viviendo en su mente. Mucha vida ,mucha gente y un solo corazón gigante.


La paciencia y el amor para con mi tío Gustavo en los momentos donde solo la fe y la esperanza construyen la vida, nos hicieron admirar más su casta y nobleza. Forjadora de seres, que siguen construyendo futuro en un mundo distante y distinto a las cálidas brisas de su Ejido, sigue en pié y no da su labor por concluída a los 96 años.


Mis tíos vivían muy cerca de la casa, por la Avenida 2 arriba del viejo Hospital. Yo eventualmente ejercía mis labores de portador de "emoticones" en vivo, valga decir llevaba un dulce, unos pasteles o algún encargo de mamá para su hermano. Recuerdo que en la sala que daba a la Avenida Lora, siempre había mucha gente, se fumaba, se jugaban cartas . Aún escucho la sonora y gruesa voz de Mamá Rafaela y las risas de esas noches de visitas largas y teñidas con barajas, en medio de la densa nube de humo.


Un día cercano a la navidad, me correspondió llevarle a mi tío Gustavo las hallacas que como todos los años mamá le enviaba. Un sábado de diciembre con ese sol y el azul de los días de navidad en Mérida, brillante y despejada la sierra, aún con olor a mortero y pólvora de las misas de aguinaldo en las calles, llegué a la casa y me abrió mi tía Hilda, me dijo que mi tío estaba indispuesto y que pasara a su habitación. Nos saludamos con un gran abrazo y la bendición de rigor. Estaba acostado con un pijama blanco de rayas y una franelilla blanca , con barba de unos tres días. Conversamos un rato,  de repente se levantó y me mostró dos perforaciones de bala en la pared de la cabecera de la cama, me dijo: “me querían matar el 23 de enero del 58 y no voy a tapar esos huecos, para recordar por siempre, que la democracia que le dejo a mis hijos me  iba costando la vida”.


Esas históricas percusiones que dejaron huellas en esa pared, también lo hicieron en el carácter de mi tío y en su necesidad de formar generaciones amantes y defensoras de tantos principios que construyeron esa hermosa y  lejana democracia de mis recuerdos.


Hoy lo estoy viendo, con su liqui liqui blanco, acompañando la energía bailarina y la disposición de servir a todos, de su inefable Hilda.



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Y cualquier sábado hace unas décadas, pasadas las 2 de la tarde, Sancocho (Hugo) preguntaba ¿Dónde está el Profesor? , ya la gente está llegando al paseo. Y antes de aparecer el primer pastel, mi tía Hilda bailaba la vida y soñaba con Dios. Al fondo se escuchaba Sopa de Caracol y muchas risas. La fiesta apenas comenzaba. 


“Chiva atienda a la niña y dígale a Lalo que no moleste”, ahogaba su grito Maritza, sin perder por un instante el ritmo que la vida  imponía a todos los seres de buena voluntad, que acudían al llamado de Los López a sus paseos a El Salado. Reciban a Don Candelario que está llegando, se escuchaba también.


Y mi tío en su mecedora, veía pasar la vida, la música y sus sueños con tanto amor y a veces nostalgia, mirando la sierra y añorando las historias que él mismo pintó en la vida de tantos.









«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos."


Mateo, 5 - Bíblia Católica Online




(*)Alias en orden de aparición:


1 Rafael Augusto

2 Germán Oscar

3 Gustavo Orlando

4 Héctor Alonso

5 Luis Américo

6 Maritza

7 Gustavo Amador López (Mi tio)

8 José Antonio

9 Antonio José

10 Edgar Fernando

11 Carlos Eduardo

12 Carlos Alexander


Crédito : Gracias a María Eugenia Pino por poner orden a la secuencia de ápodos de los primos.


Comentarios

  1. Gracias por compartir en tus escritos, historias cargadas de tanta sabiduria. Reconocer y honrar con amor a sus protagonistas

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