Navidad en la Selva Negra - Cuento



Carlos Uzcátegui B

Bogotá 23 de diciembre de 2022


Cuando todo estaba anunciado para el nacimiento de Jesús, su Padre Dios, ordenó al Ángel Gabriel que se asegurara que los detalles estaban en orden, para que la impresión en la memoria de la humanidad del acontecimiento de esa noche, estuviese asegurada por los siglos de los siglos.


El Ángel visitó Belén, se aseguró de que toda la escena estuviera perfecta. Llegaba la Noche de Paz. 


Inició su labor, el Ángel Gabriel puso agua en arroyos que no existían, reflejó la estrella en noveles lagunas para que todas las ovejas pudieran abrevar y se aseguró de la abundancia de pasto tierno alrededor del portal elegido, y así los rebaños permitieran que los cantos de los pastores llegaran al cielo para alabar al Creador y adorar en paz y armonía al Niño que nacía.


Después de asegurarse que todo estaba a punto,  el Ángel viajó por el mundo, visitó todos los países del orbe y se adelantó hasta el final de los tiempos. Su misión era que cada nochebuena, todos los seres de la tierra vivieran felices con la esperanza puesta en las promesas del Mesías que llegaba.


Esa tarde, el Ángel en su vuelo por el tiempo, escuchó el llanto de un viejo relojero en Triberg, en la Selva Negra Alemana. Era víspera de navidad y lloraba al recordar que su hijo había marchado a tierras lejanas .Habían pasado casi tres meses desde aquel sórdido día de septiembre de 1939 cuando la guerra comenzó. Alberto, así se llamaba el hijo del relojero, embarcó mar arriba y estrellas en el fondo a encontrarse con la nada .


El Ángel Gabriel enviado del cielo disminuyó la velocidad de su vuelo al escuchar el inconsolable sollozo del viejo relojero. Detuvo su viaje y entró a la cabaña. Era una casa de madera cubierta de nieve, y  llena de muchos relojes, de todas las formas imaginables. El ángel al ver la maravillosa obra de arte que tenía, felicitó al habilidoso relojero, no se explicaba el porqué de su tristeza, siendo un hombre creativo y amable. Parecía ser un alma feliz, pensó.


Fue entonces cuando el señor Groos -el viejo relojero- le contó de la triste despedida de su hijo que salió en busca de su historia , huyendo de la guerra. Sentía que al acercarse la Navidad no tenía cómo decirle lo mucho que lo amaba y lo tanto que le pesaba no haber tenido el tiempo necesario para haberle enseñado más de su arte, y pudiera así él también, construir su vida haciendo relojes donde quiera que estuviese.


La leña crujía con rigor al quemarse y despedía chispas incandescentes que hacían brillar la entristecida mirada del viejo relojero. Hacía un gran esfuerzo para contener el llanto, que la guerra había exprimido de los corazones desgajados que vivían en Triberg. El Ángel Gabriel tuvo compasión .


El Ángel observó el tic tac de los relojes, que sincronizados al segundo con excelsa precisión, tapizaban las paredes de la cabaña. Llena de calor, con aroma a chocolate caliente y huecos de amor en el aire. 


Gabriel le preguntó al Sr Groos si Alberto había llevado algo en especial, aparte de su ropa. El viejo le mostró un reloj a medio fabricar con una casita inconclusa, cubierta de nieve tallada en madera, y ventanitas hechas con palillos de mesa, réplica de la cabaña donde vivieron juntos por muchos años, cuando aún la madre de Alberto vivía. Le contó que había tratado de construir dos relojes idénticos: uno para Alberto y otro para él. El anuncio de la salida del barco, impidió que los relojes pudieran terminarse.


Fué entonces que el Angel Gabriel, dilecto del Cielo, exhaló el milagro de la inspiración sobre el viejo relojero y este construyó un preciso mecanismo esa misma tarde, para que una pequeña ave mecánica se asomara abriendo dos puertecillas  y cantara: Cu-Cu , Cu-Cu, que en lenguaje de los Ángeles de la corte celestial significa: “¿Cuando nacerá? , Cuando Dios Padre lo decida” y cantado por ellos -los Ángeles- se resumía en un melodioso y glorioso himno que tenían preparado para cantar cada Nochebuena. 


El Sr Groos no se explicaba cómo pudo realizar ese portento en tan poco tiempo, estaba maravillado de la perfección de su arte.  


Ese mismo día, Alberto, que ya había llegado a América pensaba en la lejanía y en la tristeza de su padre solo, la fría noche de navidad . 


Aún no acababa de desempacar el baúl que traía de su largo viaje por el océano. Esa noche miraba a través de la ventana de su habitación, ya se veían personas alegres y bulliciosas en las calles, preparando  la llegada de la nochebuena. 


Solitario y triste, Alberto decidió descansar la noche de navidad . Ya estaba dormido, cuando desde el interior del baúl escuchó a las 12 de la noche, el Cu-Cu del reloj -milagrosamente terminado- que su padre le había regalado el día de su salida de Triberg. Era una réplica idéntica a la que el Sr. Groos acababa de poner en marcha al otro lado del mar.

Era el mensaje de su padre en mágica y celestial clave. 

El canto del Cu-Cu le recordó a Alberto que era la noche de navidad y era el prodigio de amor de su padre, quien había hecho posible el mensaje y la aparición de aquel reloj terminado, a través del milagro del Ángel enviado por Dios.


Desde entonces, los padres y los hijos del mundo, habrían de escuchar por los tiempos por llegar, el himno de los relojes Cu-Cu, que tocan cada año a las 12 de la noche el 24 de diciembre. Es el mensaje de amor, paz y unión a todos los que por cualquier razón no puedan tener a su lado a alguno de hijos o a sus padres la noche de Navidad.


Alberto y su padre se sentaron a escuchar el canto del Cu-Cu todas las navidades y así conectaban su corazón a las 12 de la noche del 24 de diciembre todos los años.


Alberto aprendió a hacer relojes Cu-Cú y los regalaba de a dos, cuando sabía de padres e hijos que se separaban. El quería que al sonar las campanas de la Nochebuena, también vivieran en su ser el abrir las puertas de su propio corazón y dejar así salir el canto del glorioso Cu-Cú, que recordaba cómo cambió la historia del mundo la llegada del Mesías, que nos reúne cada año, a veces sin estar físicamente presentes, a celebrar la Navidad.


El Ángel Gabriel regresó para ser testigo del alumbramiento de María y dar gloria , posado sobre el portal de Belén, al Rey de Reyes, que habría de alumbrar el universo por  los siglos de los siglos.


Feliz Navidad






Lucas 2, 8-14

8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:


14 ¡Gloria a Dios en las alturas,


Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

Comentarios

  1. Muy lindo y apropiado para esta fecha tan espacial. Cómo siempre . Felicitaciones

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  2. Precioso, lleno de la ternura que tanto necesitamos

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