No hay plazo que no se venza y en el juego de la vida vamos de la mano con “ella” .Allí está esperándote , de noche y de día, cuando amanece o cuando anochece.
Se habla mucho de “ella” y no la entendemos, es el beso final a este desconcertante y hermoso regalo de la vida. Es el encuentro con la mano de seda y el colchón de nubes, merecido para aliviar los callos que salieron a lo largo del camino, o para sentarnos a tocar el aro del sol, al lado de Venus, para saciar para siempre el frío del alma.
Y para el día de la cita…
Quiero elegir mis recuerdos, llevar mi música, conservar los besos que fueron ciertos. Acordarme del placer de pintar un atardecer con esa poesía, que sólo nace al compás del amor.
Quiero ratificar lo que aprendí en mi creencia y en mi sentir, que ese Dios de mis padres y de mi vida, me sorprenderá con más perdón y más amor del que jamás imaginé.
Quiero estar en una tarde de Mérida al calor de un sol como el andaluz, y en una noche de febrero de los años 70 , cuando mis amigos del colegio se escondían en la Plaza y soñaban con la Casita de las Rosas.
Quiero revivir el calor de un 31 de diciembre, con la confusión de los abrazos de primos desconocidos. Amados sin saber su historia.
Quiero conservar por siempre el olor de la colonia Johnson & Johnson que envolvió los pañales de Carlitos y de Enrique, cuando llegaron a la vida y de repente empezaron a caminar, sin saber que el viaje de los sueños y los desencantos tenía un arte, un sentir, una música y un propósito a veces indescifrable.
Quiero volver a caminar en mis recuerdos . Escalar la callejuela de la parte de atrás de la casa, que me elevaba cada tarde a las cinco al exquisito olor del pan azucarado, caliente y suave, que de a cuatro unidades por Bolívar, vendía Valentina en la Panadería de Chuy.
Quiero llevarme la cálida sensación de los abrazos de mis tías. La carcajada y el inconmovible amor de mamá, la complicidad y la discreta forma de reír de papá.
Llevarme un poema de Harry, en la servilleta colmada de cenizas , manchada de Paper Mate y whisky de 8 años.
Quiero oír el viejo Akai de Germán sonando con música japonesa a todo volumen, para ocultar los gritos de Manés en la casa de Las Ferias.
Quiero jugar a la Barbie con Maora y el Negro, volver al llano con Alfredo. Disfrutar un salmorejo con Javier, jugar dominó con Manuel y no puede faltar la cerveza con Mauro Rocha en esas interminables tertulias sobre los muy contados edificios que sobrevivirán al armagedón. Son mis recuerdos portátiles, llenos de vida.
Una merienda de Doña Pierina. Un puntal de mi tía Nena , la “vitamina” de Paulino. Una chicha y un pastel de San Benito. El sabor de la vida.
Quiero meter lo más bello, en un morral, con una botella de vino tinto, un buen manchego y comprimir todo en mi corazón, que no se me quede nada de lo que viví como experiencia.
De cualquier manera fueron mis dados, y si en la puerta del cielo el Señor, me diera la oportunidad de volver a jugar , con toda la gratitud y con mis ojos colmados de lágrimas y riendo le diría : gracias ,mi vida fue lo mejor. Mi familia y mis hijos no los cambio por nada. Mis amigos fueron leña encendida, en fríos momentos, ausentes de ternura .
Mis aventuras siguen corriendo. Cada segundo que viene ya es una aventura.
Lo mejor de este momento , es que se me facilita cada vez más expresar mis sentimientos. Decir te amo a la mujer que amo . Y también a amar la tarde , la lluvia , la montaña , amar los abrazos y los recuerdos, en fin , amar la vida , la historia , las calles de mi ciudad. Amar cuando estás con ganas de apagar el mundo o cuando te sientes con ganas de vibrar en cada rincón del planeta.
La vida es bella , y llega el momento en el que sientes que “ella” , poco a poco se irá convirtiendo en tu amiga secreta, la que nunca fallará a su cita.
Comienza cada noche a quedarte un día más, mientras la vida te abrace.
Carlos Uzcátegui
Bogotá 3 de Junio de 2022
Créditos Foto
Foto de Abby Kihano: https://www.pexels.com/es-es/foto/montana-marron-blanca-durante-el-dia-226367/
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